No cabe duda que Polanco es un microcosmos aparte.
En el camino a las escalas bancarias me encontré con una tiendita de productos aptos y aptísimos para la comunidad circundante (este término dadas las referencias toma un nuevo significado, ¿no lo creen?); desde el estante, coquetas, redondas y morenas, encerradas en su cofre de lata y desnudas en la fotografía expuesta a sol, se insinuaban, como hijas predilectas de la reina de Saba, un racimo desperdigado y seductor de aceitunas negras.
Percbirlas de un golpe, salibar, tener un arranque de nostalgia paterno-amorosa y estar parado en lel mostrador de la tiendita ya citada con mi lata en una mano y mi billete en la otra. Todo fue uno sólo.
Ya muy cerca de mi oficina, y a punto de cruzar el puente de la circuncisión (a partir de ahora he bautizado así al armatoste que separa a los judíos de los mundanos, a Polanco de la "Reforma Social") entré a un Extra para comprar algo que mitigara la sed de la caminata.
Al presentarse el cajero —tipo rudo rudísimo de clara ascendencia azteco-barbárico-tepitense— me tomé la precaución de explicarle que la lata protagonista de este post ya iba conmigo, se la mostré para dar fe de mi aceveración y por toda respuesta, y sin quitar la mirada de su escáner, el tipo espetó: "Si, si. Aquí no vendemos kosher".
Recogí mi mandíbula del piso, con dos ligeros golpes de humor color aceituna la forcé en sonrisa y volví a la calle.
No cabe duda que Polanco es un microcosmos aparte.
Y vine a compartirles.
Tan tan.
2 comments:
Y si, razón harta tenéis. Polanco es un planeta aparte. Haré pronto un post sobre el tema, curiosamente me ganaste la primicia. Pero concuerdo contigo, absoluta y rotundamente.
Polanco, es un planeta distinto al nuestro.
Saludos, mi estimado Jesúsn.
Quién te manda tener esa cara de méndigo judío carnal. Claus
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