27 March 2014

Mujeres

No concibo a la mujer sin sus virtudes corpóreas. Sin esa piel y esa carne que son nutricio refugio, receptáculo tibio y suave del amor y del deseo.

Ellas son la Tierra encarnada, nuestra mejor aproximación a la Divinidad, nuestro boleto de regreso a la paz y a la memoria del vientre y del origen, del destino y de las razones últimas del ser.

No concibo a la mujer sin su cuerpo, por mucho que admiro su raciocinio y supensamiento, su intelecto, la claridad de las ideas, la profundidad de sus cavilaciones.

Sus cuerpos no son templos. Se engaña quien así piense.

Sus cuerpos son la deidad esencial, son la magia. La eternidad que se reinventa a sí misma.

Quizás por eso es que no concibo a la mujer sin su cuerpo...






Gracias a Francisco Soberanis por permitirme usar una imagen de su autoría. Si desean ver más de su trabajo, visiten su sitio: Francisco Soberanis

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