11 April 2009

Apariciones en efectivo.

Cada día frente a su ojos desfilaban los rostros de aquellas personas muertas.

Siempre los mismos. En grupos a veces. Pero todos los días.

Estaba la monja que vivió y murió rodeada de libros encerrada en un convento.
Un masón decimonónico que nunca pudo del todo limpiar su conciencia.
El rebelde sureño de colorido paliacate.
Un general que, aunque investido de gloria por su Patria, terminó sus días derrotado por un insignificante virus.
El noble prehispánico adicto al aguamiel.
Y de vez en cuando, contemplaba el adusto gesto del sacerdote que fuera denigrado, fusilado y decapitado por desobediencia y herejía...

Ser cajero de banco lo estaba volviendo loco....

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