01 June 2009

De Eydie Gorme




Comencé este post pensando en escribir sobre Eydie Gorme, su anexión indeleble a Los Panchos y el cómo esta voz, este trío y estos ritmos marcaron en definitiva y para siempre la historia musical de mi vida.

Mencionaba así mismo que el 'soundtrack' de mi infancia sería un fraude si sustrajéramos a este cuarteto de románticos empedernidos y en una estrofa hacía mención a la mella que esta amalgama de cuerdas y voces causaba en la adusta actitud de mi madre, quien, como menciono en una broma recurrente, 'co-escribió el manual de procedimientos de la Gestapo'.

Y a la luz del entendimiento —y de la justicia— me cae el veinte de que sólo he pregonado de ella —de mi madre— la inquebrantable rigidez de su educación, su pertenencia a grupos 'elite' de la iglesia católica, su envidiable puntería de apache y la sublime sensibilidad del gatillo que lo mismo disparaba su chancla Dr. Schols que una vara pelada de manzano o la inolvidable cuchara de peltre azúl que encontró en mi párvulo trasero destino y muerte.

Pero mi madre es mucho más que esa figura adusta e inquebrantable. Mi madre sabía (sabe) reír hasta la lágrima, sabe conversar de muchas cosas que no son religión o proféticas desventuras, tiene suficiente memoria y valor civil para reconocer que se volaba la plata de los tíos destinada a sufragar los gastos de mantenimiento dental para fugarse de pachanga con sus cuates, allá a mediados del siglo XX.

De ella aprendí a leer y a escribir, y no me enorgullece confesar que sustraje de sus neuronas hasta la última gota de paciencia en el proceso. Pero puedo decir con orgullo que hizo un buen trabajo.

Ella fue quien me permitió usar su radio de onda corta y en las noches solitarias de verano hurgar en el horizonte de la frecuencia modulada. En ese armatoste de bulbos fue que por primera vez escuché a una canadiense llamada Sarah McLachlan, y su voz me prendió para siempre.

Ah, Lupita, Lupita...

¿Reías más antes de que Don Arturo se marchara o es sólo mi imaginación?

Cargaste sobre tus hombros la inmensa, la titánica, la inenarrable responsabilidad de educar a seis hijos, los que dios te mandó en una mala broma al no incluir instructivo ni financiamiento para ello. Y si bien no dudo que en algún momento pasó por tu cabeza, no tiraste la toalla. ¿Cómo hiciste?

No te faltaron prtendientes, y sin embargo decidiste seguir sola. Misterio insondeable para mí hasta este día, en que me gustaría verte envejeciendo al lado de alguien que —seguro estoy— sabría aprender a amarte y a lidiar con los seis engendretes que llevan tu sagre y tu apellido.

Gran parte del humor negro y ácido que nutre mis letras y mis palabras ha sido herencia tuya. Que nadie dude de tu inteligencia. Seguro estoy que habrías llegado a ser lo que te viniera en gana de haber tenido la oportunidad de hacerlo. Pero las mujeres de bien se quedaban en casa cuidando escuincles y atendiendo maridos. Qué le vamos a hacer....

¿Qué hacías en Michoacán en esas ausencias que duraban tanto? ¿Traficabas maderas, acaso? He de confesar que es mi primera opción, si de adivinar se trata.

No hace mucho me heredaste en vida una docena de monedas olímpicas. Plata maciza, sólida y a la vez reluciente y canturreante (como tú). Te ilusiona que te dé nietos, que camine al altar del brazo de una doncella católica y virginal a la cual llames 'nuera'. Si la vida por fin deja de traerme como rehilete en huracán, quizás siente cabeza y acuda al llamado de las arras... aunque de nietos, altar y demás parafernalia haya muy poco... O nada.

Se que te he decepcionado en muchas —las más— de las decisiones que tomado en estos casi 8 lustros. Que no soy exactamente lo que habrías querido que fuera de tu benjamín: No fui ingeniero, sino diseñador. No soy católico —aunque el dogma opine lo contrario—, sino pagano declaradísimo. No soy millonario con la vida resulta antes de los 40, sino un errático explorador de la cotidianeidad financiera. Ni contraje nupcias a por todo lo alto, ni traido nuevos católicos al redil del Señor. Ni... ni.... ni....

En fin... creo que soy más la imagen de tus pesadillas que de tus sueños, si es que alguno hubo conmigo en el vientre, después de 5 chavales. Se que más por resignación devota que por convicción maternal es que estoy aquí. Y no te culpo. ¿Cómo hacerlo?

Soy en gran parte lo que tú, para bien, para mal, para todo, has hecho de mí.

Y creo que no he tenido la sensatez ni la decencia de decirte, desde el fondo de este corazón maltrecho, agujereado y reciclado, que te agradezco cada día de mi vida.

Aunque las más de las veces no se note, ni te lo diga a menudo.

Gracias, madre.

4 comments:

LUCAS said...

Ooooooooooolé Salazar Maya.

Y, aunque no tengo el gusto, puedo decir con suma facilidad que:

A HIJO DE TIGRESA, PUES PINTITO.

Anonymous said...

una vez recobrado el aliento... merito a quien merito merece,te lo dije antes y te lo repito ahora... jamas dejare de estar porfundamente agradecida a tus padres por el extraordinario ser humano que,por ausencia o por presencia,crearon en ti.Espero que Lupita, la señora Salazar pa los cuates,tenga pronto la oportunidad de leerte.
Besos mil, Jules

Anonymous said...

O como dice un poster que vi en una panadería (la de Don José que hace el pan de la Millán)(mmm)de aqui de mi pueblo (Toluca) "gracias por ser la mamá mas mala del mundo" y personalmente estoy de acuerdo y tu cuñis el Baby lo está mas, ya que hizo de mi una mujer responsable, ordenada, limpia, obediente.........uf!! no terminaría, pero gracias mamá.

Unknown said...

Salúdama a tu señora madre por favor.

Has tocado mi corazón como siempre, como lo has hecho desde hace tantos años. Si algo te admiro es la honestidad que tienes al escribir. Ya extrañaba tus escritos. Te leo y te veo. Eres hermosamente tú.