08 March 2012

Día de la mujer...


No me hace ninguna gracia esto del Día Internacional de la Mujer, como tampoco me cuadra ese léxico que pretende ser políticamente correcto (chiquillos y chiquillas, estudiantes y estudiantas, idiotos e idiotas...). Hay quienes quieren enfatizar la equidad subrayando las diferencias. Yo no puedo.

Quizás sea porque vengo de una generación en el que el respeto a la mujer se demostraba en los hechos y no en los discursos, cuando abrir la puerta, ceder el asiento, ofrecer la acera o tocar el ala del sombrero eran parte indiscutible de las deferencias que todo caballero tenía. Era una convicción más que una obligación: A una dama no se le pega, no se le toca, no se le maltrata ni con el pensamiento (los pétalos de las rosas pueden ser tan ásperos cuando se dan por las razones incorrectas…) y toda mujer era una dama… hasta que demostrara lo contrario, pero esa es otra historia.

Quizás sea porque en mi vida ha habido siempre mujeres. Mujeres maravillosas, geniales, divertidas, osadas, temidas, amadas… Es decir, las ha habido en justas proporciones y en bendita abundancia. Mentiría si dijera que todas las féminas que han tocado mi vida han sido siempre gratas. Han desfilado por esta humilde parcela de vida lo mismo venerables devotas que miserables 'viejas migajonas', déspotas con el penthouse en renta y adorables doncellas de espada y montura.

Quizás no entiendo por qué nos empeñamos en llamar feminicidio a un homicidio cuya víctima es mujer, porque en mi desaliñado cerebro es tan dolorosa la muerte violenta y sin sentido de un ser humano de cualquier género, como la de un árbol, un perro, un toro de lidia. Matar por violencia, por "deporte" o por una mala interpretación de la diversión es siempre un motivo de vergüenza para la especie, para la vida, para el Cosmos… Pero eso es meramente una percepción personal.

Quizás no entiendo que nos quieran llamar "iguales", porque desde niño supe que no lo somos. Que hay valores entendidos que funcionan desde los genes y que han moldeado a nuestra especie y a los que les debemos la supervivencia misma.

O quizás no entiendo esto del día de la mujer, porque estoy rodeado de estos seres humanos tan maravillosos que dispensan a la menor provocación unas carretadas suaves y perfumadas de bálsamos para el cuerpo y para el alma, ya en forma de sonrisas breves, ya en forma de palabras, de sopas de zanahoria, de crepas con cajeta o de noches de verano en pleno enero tolucense.

No entiendo por qué habría de haber un día para ellas, cuando acudo al templo de sus afectos como peregrino compostelano, cuando encuentro en ellas una disposición inconmensurable a la ternura, a la chacota, a la convivencia armoniosa, a la sublime expresión de las ideas hechas palabra y obra; cuando este peregrinar me es tan cotidiano, tan indispensable, tan vivificante y tan necesario como respirar —perdonen el lugar común—.

Y porque estar con ellas es una celebración permanente.

Y porque abrazarlas y apapacharlas, y desearles felicidad, y aportar desde nuestras parcelas para que dicha felicidad sea real y sólida, es una tarea también permanente.

No puedo verlo de otro modo.

Pero de todas formas, a ti, mujer que me honras con tu lectura, te abrazo con fuerza, sin malicia, con esa ternura que de tu género (cuando no de tu mano), aprendí a sentir, a ofrecer, y sobre todo, a recibir con humildad y con amor.

Para ustedes, mi gratitud toda. En especial a la belleza que encabeza este post.


2 comments:

Anonymous said...

Increíble escritura, lógica y concreta, precisa y atinada; así mismo como es la mujer. Me llena la retina el leer post tan llenos de calor en está fría y oscura Toluca.

Atte: Daniel Sánchez Castro. Psicoanalista.

Larissa PerSol said...

Qué grato es leerte y conocerte..Me encanta este post. Señor, digno de esa gran Señora!