02 December 2007

Té Limón

Mi buen amigo Eric Blanc tenía razón: 'Ya te veo haciendo un post en tu blog sobre el té limón' y heme aquí.

Ando en romanzas postnupciales con los fantasmas de mi infancia. Ignoro el porqué e ignoro el por qué no me importa ignorarlo.

El caso es que en casa de mi madre (a la que creo que jamás volveré a llamar 'mía'... y hablo sólo de la casa), había regularmente agua que llamaban 'de tiempo': De limón o naranja o sandía o papaya, de acuerdo a la temporada del páramo toluscense.

Pero por años y años la estrellita marinera de los líquidos guerreros del menú fue el té limón. Endulzado con azúcar moreno o con piloncillo, a veces sin endulzar y generalmente frío y refrescante como mentada de madre... pero con sabores por mucho más gratos. El té limón era la neta del planeta. Si alguien conoce la hierbita, sabe desde ya que dista mucho de tener relación con el cítrico que le da nombre. El té limón es más pariente del pasto de la Bombonera que del limonero de donde un día nos robamos unos frutos en Guerrero para hacer un ceviche de Cazón.

Y entonces llegó Traven. Los torpes dedos del huerfanito de 8 años que se convirtió en quien esto escribe, aún tiemblan como lunamielera en alcoba tan sólo de recordar el ansia que despertara su 'Canasta de Cuentos Mexicanos'. Éxtasis santelenero (realitvo a Santa Elena, quien entraba en unos éxtasis que más parecían orgasmos que encuentros con entes divinos N. del A.). A 'Canasta' le seguiría, por supuesto, 'Macario' y ahí comenzó la debacle.

Cito con la mejor memoria que me queda: "...Macario llegaba a su jacal tras de una jornada de sol a sol, se dejaba caer en la silla y preguntaba a su esposa: '¿Qué hay de cenar hoy?' —Frijoles, chile verde, tortillas y té limón—.Macario sabía que esa sería la respuesta, pues su miserable salario no podía comprar más, pero le preguntaba a su esposa para hecerle conversación y que ella no pensara en él como en una simple bestia de carga..."

'Macario' puso mi infancia en perspectiva: El sabor del agua en la mesa era un bioindicador (tan de moda hoy día) de la situación económica de la familia. Eso explicaba por qué había épocas en que día con día cambiábamos de sabores el agua y por qué pasaban meses y meses sin otra cosa en la jarra más que té limón.

Hace no más de una semana que la dichosa infusión volvió a mi mesa. Esta vez lo compartí con buenos y cercanos amigos, que pronto dejarán de estar cerca, pero no por ello serán lejanos. Y nada para acompañar un té limón —tan humilde, tan vilipendiado, tan austero y sencillo, más cercano a la tierra que a las nubes— que un glorioso y barroco mole de Oaxaca con pasta de cacao de Michoacán y harto pollo de pura pechuga, tortillas blancas y arroz con mantequilla.

Desde la mesa, mi país todo —grandilocuente y humilde, de tierras ricas y gente pobre— parecía reconciliarse conmigo nuevamente por la diplomática y humanista vía de sus sabores.

Y una vez más, el té limón.

2 comments:

Eric said...

SALUD AMIGO :-)
Pues guardese una jarrita para cuando lo vayamos a visitar a Imecatitan de las garnachas radioactivas (a.k.a.) DF. y relativo a tus "flash backs" de la infancia no sera que te regresas a estar mas cerca y tu INconciente te da las fuerzas y las ganas para ello?
Un abrazo de Oso para el idem de mi carnalito.

Anonymous said...

Y la inspiracion amigo ? Ya la metio a una caja para la mudanza :-) Seguro estas muy ocupado (me consta!) pero..... ya nos malacostumbraste a chismear tu blog y pues ......nada de nada ! Un abrazo y....ANIMO
ERIC