8 de marzo 2018
Llevo en este
planeta casi medio siglo y en este lapso he tenido la fortuna de coincidir con
grandes mujeres. Mujeres amorosas, fuertes, inteligentes, nutricias, alegres.
Mujeres que encarnan todo aquello que hay de bueno y positivo en la humanidad.
Pero también me he encontrado con escaladoras sociales, con oportunistas, con
traidoras a la Patria, ladronas, crueles, impresentables. Mujeres que encarnan
todo aquello que es deseable erradicar de la faz de la Tierra. En ambos casos sólo
puedo tener palabras de gratitud por las lecciones aprendidas; ante todo por la
claridad y el entendimiento sobre cuán similares somos; cuán diferentes somos y
—quizás lo más importante— cuán complementarios somos. Soy, sin dudas, un tipo
con suerte.
Me atrevo a
comenzar con este relato personal porque me parece que el individuo es la
unidad básica, el elemento primigenio con el que se construyen las sociedades. Y
nuestras sociedades, chavos, han sido construidas de manera perfectible, como
todo lo que es humano, y es por eso que deseo utilizar esta tribuna para
exhortarlos a no desandar el camino allanado durante tres millones de años por
nuestra especie; a no ceder ante el dudoso encanto de la novedad sin juicio, de
la híper corrección impuesta, de la inclusión condicionada.
Porque soy
partidario de defender a ultranza los dos pilares sobre los que se edificó la
evolución de nuestra especie: La solidaridad y la inteligencia, pero también
soy partidario de los principios fundamentales de la educación universitaria:
la ciencia, el derecho positivo y el humanismo (sin slogans). Por favor NO
CEDAN. Que la necesidad de pertenencia no doblegue a su curiosidad innata. Que
el dogma no los lleve a comulgar con paradigmas. Que la diversidad de ideas
encuentre en sus mentes un campo fértil y llano donde lo único que no tenga
cabida sean las posturas radicales y el discurso inflexible de quienes se
sienten poseedores del estigma y de la verdad absoluta.
Quienes estudiamos
carreras relacionadas al diseño tenemos maneras de pensar que otros apenas
pueden medio imaginar ¿no es cierto? Y digo esto sin afán de denigrar o reducir
a ninguna de las ramas del conocimiento, sólo afirmo que somos diferentes en la
manera en la que vemos y concebimos el mundo y aquí es donde confluyen las
ideas, porque he visto al pensamiento de diseño (o design thinking) transformar personas, negocios, marcas y ciudades.
Es hora de apuntar más alto y aplicar nuestro conocimiento en la transformación
de los países y —por supuesto— de las sociedades a través de la integración del
pensamiento, de la visión holística, de la empatía, de la estrategia. Creo que
el pensamiento creativo tiene mucho por aportar a la construcción de estas
nuevas sociedades, a las nuevas convivencias, a los nuevos esquemas que lleven
a la humanidad hacia una ruta distinta cuyo destino final sea otro que el
céspol biológico al que parecemos encaminarnos con tanta premura.
Y porque a final
de cuentas todo esto no se trata de quienes estamos de este lado del foro,
sino de ustedes. Porque a ustedes nos debemos quienes integramos la docencia
universitaria; porque es de ustedes la responsabilidad de forjar un mejor
futuro, una sociedad más justa para todos sus integrantes, un planeta que
vuelva a ser habitable para todas las especies y donde la consciencia de
sabernos vivos vuelva a ser un motivo de orgullo para nuestra especie.
Muchas gracias.
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