Hoy tengo un ejemplar de Macario en las manos y aprovecho para enmendar los renglones torcidos de la memoria y citar textualmente:
"... —¡Ay, mujer, qué cansado estoy y cuánta hambre tengo! ¿Qué hay de comer?
Su mujer contestaba:
—Frijoles negros, chile verde, tortillas, sal y té limón.
La cena era siempre la misma, sin variación alguna.
El conocía la respuesta de su mujer desde mucho antes de llegar a casa y hacía la pregunta simplemente por decir algo y para que sus hijos no le consideraran como a una simple bestia de carga..."
Una delicia, como probadita de un guajolote asado, disfrutado en el silencioso secreto de la profundidad de la selva....
¡Gracias y buen provecho!
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